En otra vida, yo fui agua.
Agua de mar, salada y fresca.
Iba y venía entre la arena de la playa.
Saludaba a los bañistas habituales en verano,
y me reía con las bañistas locas del invierno.
Me calentaba con el sol, reflejaba su luz.
Albergaba dentro de mí muchísimos animales bellos,
libres y brillantes.
Mis tonos eran siempre azules, pero no eran iguales nunca.
Ni dos días seguidos, ni siquiera dos momentos seguidos.
A veces subía la marea, otras no.
Me sentía atraída por la luna, por sus cráteres y su luz blanca.
Jugaba con la arena, la mecía entre mis manos.
Cogía las rocas más grandes y la transformaba en arena fina y blanca, o negra, o roja.
Me encantaba dejarla toda llena de mi espuma blanca y salada, como yo.
Me gustaba ayudar a curar rápido las heridas. Aunque a veces escocía.
Me enamoré del viento, y me movía siempre a su ritmo.
Creo que nunca he dejado de ser agua.
Ojalá llegue pronto el verano.
Agua de mar, salada y fresca.
Iba y venía entre la arena de la playa.
Saludaba a los bañistas habituales en verano,
y me reía con las bañistas locas del invierno.
Me calentaba con el sol, reflejaba su luz.
Albergaba dentro de mí muchísimos animales bellos,
libres y brillantes.
Mis tonos eran siempre azules, pero no eran iguales nunca.
Ni dos días seguidos, ni siquiera dos momentos seguidos.
A veces subía la marea, otras no.
Me sentía atraída por la luna, por sus cráteres y su luz blanca.
Jugaba con la arena, la mecía entre mis manos.
Cogía las rocas más grandes y la transformaba en arena fina y blanca, o negra, o roja.
Me encantaba dejarla toda llena de mi espuma blanca y salada, como yo.
Me gustaba ayudar a curar rápido las heridas. Aunque a veces escocía.
Me enamoré del viento, y me movía siempre a su ritmo.
Creo que nunca he dejado de ser agua.
Ojalá llegue pronto el verano.
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