Elsa Punset ha escrito un libro de "rutinas breves" que te ayudan a cambiar esos hábitos, costumbres, etc. que ya no nos sirven. O simplemente para adquirir aquellas que no tenemos.
Pues bien, compré este libro hace un tiempo, y realicé una o dos de estas rutinas, pero no me he detenido a seguirlo haciendo.
Creo que aprovecharé estos días en los que estaré con la pata chula para ir haciéndolos, y ya puestos, como me gusta escribir, pues escribiré sobre ellos.
Iré realizando estas rutinas en orden, y si hay alguno que no puedo realizar pues lo modificaré un poco.
La primera rutina es sobre la serenidad.
¿Sabes ese día en el que te has maquillado maravillosamente los ojos (a la quinta vez) y nada más salir de casa se te mete una mota de polvo en el ojo y tú, que temes por tu salud, te rascas como si no hubiera mañana?
Pongamos que esa tarde te pones a pintar, en plan "voy a relajarme haciendo algo bonito". Obviamente, a parte de que no sabes pintar hay algún color que te falta. Imagina que vas a pintar un árbol, y el color que te falta es, pongamos, marrón. ¿Quién se acuerda como mezclar colores primarios para conseguir otro? Bueno. Yo no.
Decides que da igual, que con ese color entre gris y azul pintarás el tronco del árbol y no pasa nada porque "es arte" y el arte es libre. Como tú.
Luego, está el tema de que llevas algunos días sin poderte mover y como tres días de dolor constante, lo que se resume en un ligero mal humor, aderezado con la presión del posible concierto de Ed Sheeran (cada vez que pienso en el concierto repito todos los ejercicios que me han recomendado para la recuperación hasta que no puedo más), y con tu cabeza que saca humo de pensar demasiado.
En fin, en este estado me dispongo yo a realizar mi rutina diaria.
"La mente es un vaso de agua turbia, si está agitada no se ve nada, pero si está tranquila la arenilla se deposita en el fondo del vaso". En la mía, no se ve nada.
Te sientas en posición "al principio de la clase de yoga" y un hilo tira de tu cogote hacia arriba (bueno, yo me siento con una pierna en alto y la otra a su aire, pero el hilo tirando fuerte).
Se trata de estar un minuto en silencio, en un sitio tranquilo, y concentrarte en la meditación. Yo, que he ido mucho a yoga, soy capaz de respirar con el abdomen, si no pues la pulmonar ya está bien.
Dice Elsa que si queremos podemos sonreír, y como a mí me encanta, pues me apunto.
Luego nos pide que pensemos en como nos sentimos. Es prácticamente automático, a las tres respiraciones ya estaba sintiendo como la tensión disminuía en mi cuerpo. Como estaba sentada a la mesa, no he podido hacer la respiración abdominal, por un tema de espacio, pero bien. Muy bien.
Espero haberos hecho sonreír, y si ya probáis a hacer este minutito de relajación, entonces sonreiré yo.
¡Mucha alegría!
Pues bien, compré este libro hace un tiempo, y realicé una o dos de estas rutinas, pero no me he detenido a seguirlo haciendo.
Creo que aprovecharé estos días en los que estaré con la pata chula para ir haciéndolos, y ya puestos, como me gusta escribir, pues escribiré sobre ellos.
Iré realizando estas rutinas en orden, y si hay alguno que no puedo realizar pues lo modificaré un poco.
La primera rutina es sobre la serenidad.
¿Sabes ese día en el que te has maquillado maravillosamente los ojos (a la quinta vez) y nada más salir de casa se te mete una mota de polvo en el ojo y tú, que temes por tu salud, te rascas como si no hubiera mañana?
Pongamos que esa tarde te pones a pintar, en plan "voy a relajarme haciendo algo bonito". Obviamente, a parte de que no sabes pintar hay algún color que te falta. Imagina que vas a pintar un árbol, y el color que te falta es, pongamos, marrón. ¿Quién se acuerda como mezclar colores primarios para conseguir otro? Bueno. Yo no.
Decides que da igual, que con ese color entre gris y azul pintarás el tronco del árbol y no pasa nada porque "es arte" y el arte es libre. Como tú.
Luego, está el tema de que llevas algunos días sin poderte mover y como tres días de dolor constante, lo que se resume en un ligero mal humor, aderezado con la presión del posible concierto de Ed Sheeran (cada vez que pienso en el concierto repito todos los ejercicios que me han recomendado para la recuperación hasta que no puedo más), y con tu cabeza que saca humo de pensar demasiado.
En fin, en este estado me dispongo yo a realizar mi rutina diaria.
"La mente es un vaso de agua turbia, si está agitada no se ve nada, pero si está tranquila la arenilla se deposita en el fondo del vaso". En la mía, no se ve nada.
Te sientas en posición "al principio de la clase de yoga" y un hilo tira de tu cogote hacia arriba (bueno, yo me siento con una pierna en alto y la otra a su aire, pero el hilo tirando fuerte).
Se trata de estar un minuto en silencio, en un sitio tranquilo, y concentrarte en la meditación. Yo, que he ido mucho a yoga, soy capaz de respirar con el abdomen, si no pues la pulmonar ya está bien.
Dice Elsa que si queremos podemos sonreír, y como a mí me encanta, pues me apunto.
Luego nos pide que pensemos en como nos sentimos. Es prácticamente automático, a las tres respiraciones ya estaba sintiendo como la tensión disminuía en mi cuerpo. Como estaba sentada a la mesa, no he podido hacer la respiración abdominal, por un tema de espacio, pero bien. Muy bien.
Espero haberos hecho sonreír, y si ya probáis a hacer este minutito de relajación, entonces sonreiré yo.
¡Mucha alegría!
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