Ir al contenido principal

Lo que tienen en común Beyoncé y Albert Espinosa

Yo quiero ser una persona fuerte. Más.
Una persona inteligente. Más.
Una persona que no necesite permiso, que no tenga dudas, que no dependa de nadie.

Una persona que no existe al fin y al cabo.
Nadie lo hace todo sin dudar, sin pensar.
Nadie vive su vida sin ningún remordimiento. Y menos mal.

Entonces, lo que quiero es ser feliz.
Es estar alegre, reír, llorar. Vivir.
Escuchar una canción y sonreír por lo que me hace sentir.
Que esta canción me dé fuerza.

Es una de esas pequeñas grandes maravillas.
Levantarte por la mañana, sin ganas de nada y de repente escuchar esa canción,
que parece que esté hecha exactamente para ti, aunque no tenga nada que ver contigo.

Yo quiero ser como Beyoncé, o como Albert Espinosa.
Quiero sacarle todo el jugo a la vida.

¿Que lucho contra una enfermedad fuerte y le gano? Pues escribo libros maravillosos sobre
lo que me ha pasado, y así lo que he aprendido estará vivo para siempre.
¿Que mis videoclips gustan? Pues voy a hacer un CD en el que todas las canciones tengan videoclip.

¿Por qué justamente ellos dos? Pues porque son sus canciones las que me dan fuerza, y sus libros los que me relajan.

Comentarios

  1. Yo quiero seguir a tu lado. Más.
    Gracias por hacerme un hueco y ¡hagámonos libres, fuertes y felices!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Pensando, pensando, me acabé estampando

¿Por qué tanto pensar? ¿Por qué tenemos esos aprendizajes tan metidos en nuestras cabezas que no podemos ignorarlos? "Es que siempre lo he hecho así". Y ya está, es el final. No hay algo más complicado y más necesario que cambiar nuestra forma de pensar, de ver, de mirar. Muchas veces ni siquiera nos damos cuenta de lo absurdo que es algo que estamos pensando hasta que lo decimos en voz alta y sentimos lo que esas palabras nos hacen sentir. No sé a vosotros, pero a mí me pasa demasiado a menudo que cuando digo en voz alta algo a lo que llevo tiempo dándole vueltas me doy cuenta instantáneamente de que era muchísimo más fácil de lo que creía. Quizás lo único que haga falta sea dejarse llevar. No pensar tanto en los porqués, ni en los cómo, ni en los "qué pasará luego". Quizás ha llegado el día en que de una vez por todas nos dejemos llevar por el instinto. Y no para hacer locuras o peligrosidades, sino para vivir plenamente una vida que no debería ser d...

Revolución 15 - Música para el optimismo

Estas últimas revoluciones me están encantando. Aunque en esta en concreto no lo he hecho bien hasta ahora. Os cuento. A mí me ENCANTA crear listas de reproducción. Asociadas a un sentimiento, a una persona, a lo que sea. Ahora mismo estoy pasando por un duelo. Me gusta pasarlo mientras estoy coja porque así mi ajetreo habitual no está, y estoy siendo más consciente de cuáles son mis fases del duelo, creando nuevos mantras, etc. Mi primera fase (una fase que duró muy poco) fue de negación. "Nada es irreversible" "puede que no sea definitivo". Lo típico. Una semana después superé esta fase, y entré en la fase de tristeza. Durante estas semanas de la fase de tristeza he ido intercalando listas de reproducción. A ratos escuchaba la lista de canciones marchosas de Mònica, a ratos escuchaba una lista que se llamaba "Broken Heart". Mis canciones favoritas en esta lista eran: Stay with me , de Sam Smith; Someone like you , de Adele; Goodbye my lover , de J...

El superhéroe

Érase un superhéroe que un día se dió cuenta de que volaba. Cuando estaba en lo más alto, con su capa ondeando al viento y sus brazos extendidos, casi sin querer, miró abajo. Vio todas esas personas tan pequeñas que parecían hormigas, los árboles que parecían pelusas de un jersey verde que nunca se puso. Y las fuentes parecían lagos vacíos o océanos secos.  Bajó lentamente, con cuidado de no golpear su capa con ninguna farola.  Lo que vio lo desconcertó.  Había muchas cosas malas: gente que tenía miedo, otros que sonreían sin alegría, otros que habían perdido los motivos.  En cambio, también había cosas geniales: personas que se querían, otros que bailaban, otros que ayudaban a los demás, familias sin parentesco.  Y se asustó.  Pensó: "¿Y cómo voy a saber cuando tengo que salvarlos o no?" ya que las cosas malas formaban parte de ellos.  Día a día se fue dando cuenta de que no había nada que hacer. Ellos podían reír, podían llorar, ...